dimarts, 26 d’octubre del 2010

SAN AGUSTÍN Y EL CALDERO DE AMORES ILICITOS.

El santoral de los inicios del cristianismo esta lleno de santos de cuya existencia tenemos muy pocos datos, en algunas ocasiones podríamos decir  que eran producto de la propaganda religiosa de la época. Cuando hablamos de sus posibles relaciones sexuales los datos son aun mas escasos, si bien las evidencias las podemos tomar por los ritos y costumbres de la época que nos permiten conocer como vivían y también como se casaban (adelphopoiesis).

Cuando se trata de mujeres la cosa se complica aun mas. Es el caso de la noble Perpetua y su esclava Felicitas, sabemos que su culto en la antiguedad era equiparado al de otros santos, hecho que llevó a Agustín de Hipona a protestar airadamente pues la mujer no podía estar en igualdad de condiciones que el hombre.

Algunos historiadores han visto en la relación de estas dos mujeres un amor lésbico, tal vez su culto al final del Imperio Romano así lo indique. Pero como en muchos otros casos se empieza a hablar de ellas un siglo después de su posible martirio.

La leyenda cuenta que Perpetua tuvo un sueño, en el cual ella se transformaba en un hombre y luchaba por la liberación de sus correligionarios. Algunos textos también hablan de ellas como los "soldados mas viriles". Habría datos para poder ver en ello un posible hermanamiento, pero Boswell no las cita. Si en cambio encontramos referencias en "Cristianos y renuncia social" de Peter Brown.

Si en cambio sabemos de la existencia de Agustín de Hipona, y el mismo nos habla de sus deseos carnales en sus confesiones:

"Cuando llegué a Cartago, a mi alrededor bullía un caldero de amores ilícitos. Yo nunca había amado y estaba ansioso por amar. ( ... ) Me parecía dulce amar y ser amado, y mucho más si podía disfrutar del cuerpo de la persona amada. De modo que contaminé el agua primaveral de la amistad con la suciedad de la concupiscencia. Enlodé su limpia corriente con el infierno de la lujuria y, a pesar de ser impuro e inmoral, con mi exceso de vanidad solía comportarme como un hombre de mundo que frecuenta los lugares elegantes que están de moda. Me zambullí de cabeza en el amor, ya que anhelaba que me atrapase"
  
Agustín bebió del maniqueismo que curiosamente era condescendiente con las relaciones homosexuales a pesar de que condenaba la búsqueda de placeres sexuales.


Él mismo nos habla de la dulce relación que mantuvo con un joven cristiano, "lo mas dulce que experimenté en mi vida", la relación duró un año pues el joven murió:


"fue arrebatado a mi locura para poder ser preservado contigo para mi consuelo. Pocos días después, estando yo ausente, regresaron las fiebres y falleció". San Agustín quedó desolado. "Todo lo que había compartido con él, sin él quedaba reducido a un tormento cruel. ( ... ) Me sorprendía que siguieran vivos otros mortales puesto que había muerto aquel a quien yo había amado como si no fuera a morir jamás. Y me sorprendió aún más el hecho de que mientras él estaba muerto yo estuviera vivo, porque él era mi "otro yo". Ya lo había dicho alguien refiriéndose a su amigo: que "era la mitad de mi alma". Había llegado a sentir que mi alma y la suya eran "una sola alma dentro de dos cuerpos". De modo que mi vida se convirtió en un horror. No quería vivir sólo con la mitad de mí mismo, y tal vez el motivo por el cual le temía tanto a la muerte era que entonces habría muerto la totalidad de mi amado amigo."

San Agustín antes de aceptar el cristianismo tuvo una amante con la que tuvo un hijo. Después arremetió duramente contra la presencia de la mujer en la Iglesia y condenó el "pecado nefando o contra natura". Lógicamente a pesar de las evidencias aportadas por las Confesiones del propio obispo, la Iglesia católica lo niega rotundamente.

3 comentaris:

  1. Agostín era un viejo hipócrito ávido de poder y atención. Una vez se hastió del placer sexual, descubrió que el mismo era un gran pecado. Rehusó casarse con la madre de su hijo para poder llegar a ser un obispo. Intentó sobornar al emperador mismo con 80 caballos de carrera. Su falta de ética da asco.

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    1. Ni que lo conocieras en persona. El hipócrita que piensa con la punta del nabo eres tu, Pierello. Tú sí que das asco

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    2. De del anonimato se es muy valiente insultando y siendo incapaz de argumentar. Das pena.

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GUY HOCQUENHEM, RACE D'EP